Las cuevas de Chiang Dao se encuentran a 70 kilómetros al norte de Chiang Mai, camino a Fang. Las cuevas van penetrando por la base de la montaña de Doi Chiang Dao, para llegar a una altura de más de 2 mil metros de altura, lo que hace que esta montaña sea la tercera más alta de Tailandia.
La montaña normalmente está recubierta por una nube en su parte más alta y sus tierras son el hogar de los pueblos Lisu, Lahu y Karen.
La profundidad de estas cuevas, es de unos 14 kilómetros hacia adentro de la montaña, sin embargo, los turistas no van más allá del primer kilómetro, ya que, por un lado, no hay iluminación eléctrica más adentro, y por otro lado, los guías no penetran más al fondo, por un asunto de seguridad y la gran oscuridad que hay hacia adentro. Los guías locales siempre deben llevar su linterna porque dentro del túnel todo se vuelve oscuro y es muy fácil perderse.
Estas cuevas son veneradas por el pueblo Tailandés y esto se puede ver reflejado en la gran cantidad de ofrendas, estatuas y decoraciones presentes, tanto en el interior como en el exterior. Estas cuevas son interesantes por la sola experiencia de estar en el lugar, además de ver las gotas de estalactita y otras formaciones rocosas de estalagmita.
Las cuevas tienen una leyenda, que dice que están siendo habitadas por una reclusa indígena que ha vivido ahí por más de mil años. Los pobladores locales dicen que si uno penetra en la parte más profunda de las cuevas, se encuentra con un arroyo que fluye desde el pedestal de un Buda de Oro.
Hay gente que dice ver el fantasma de un monje budista que se pasea por las afueras de las cuevas. Leyendas hay muchas, y todas tienen su parte de realidad, y otra de ficción, como toda leyenda, digo yo.
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