strong>Chris Baker, quién es actualmente profesor visitante en el Centro de Estudios del Sudeste Asiático, en la Universidad de Kyoto, tiene un artículo para el Foro de Asia Oriental, desde donde se pueden leer algunas de sus principales conclusiones acerca del futuro político del país.
Entre sus teorías, se puede leer que las manifestaciones más grandes de la historia política del país, terminaron con más de 90 muertos entre abril y mayo del 2010, para que en 18 meses después, hubiesen grandes inundaciones en el país, muchas más que las que ha habido en medio siglo.
En Tailandia el conflicto hoy en día, parece ser elemental. El país se encuentra en medio de un cambio histórico enorme. En la última generación, el ingreso per cápita se ha triplicado en términos reales. La gente de todos los niveles sociales, ha desarrollado nuevas aspiraciones, tiene más razones para hacer demandas al gobierno y ha perdido los viejos sentimientos de deferencia.
El sistema político se ha ido quedando rezagado ante los cambios sociales, y la burocracia, el ejército y monarquía, han monopolizado el poder y obstruyen el desarrollo del parlamento. Los cambios sociales sobrepasaron los cambios políticos, y la gente se ha resentido de la centralización del poder, de la desigualdad y el tradicionalismo que hay en la jerarquía social.
Según los observadores, hay cuatro posibles escenarios que podrían sucederse en el país. Uno, es que haya un acuerdo que consiga revertir la polarización en espiral que se ha ido viendo hasta ahora. Otro escenario, sería que el gobierno sobreviva, que el ejército sea desacreditado por sus intervenciones en política y los demócratas y el movimiento de camisas amarillas, sea derrotado.
Otra posibilidad es que regrese la crisis y la rebeldía, mientras el cuarto escenario, podría ser que el intento de derrocar al gobierno provoque una oposición mucho más fuerte que la evocada en el 2006, cambiando la polarización política.
Lo único cierto es que la estabilidad no parece ser probable. El aumento de las inundaciones dio oportunidad a los críticos para burlarse de Yingluck por su inexperiencia, criticando a los ministros por su incompetencia y falta de unidad.
Los críticos, a mi parecer, casi nunca aportan nada constructivo. Porque para criticar, no hace falta tener cerebro, sino sólo dejarse llevar por las emociones, en cambio, para saber dar soluciones, hay que darse la molestia de pensar.
Vía/ Asiancorrespondent
, Fotos/ (Kirainet) flickr